El país va a continuar a pesar de todos los males y ojalá las cosas cambien y que la transformación que prometieron llegue.

Veo difícil que este sea el final de un gobierno, es muy temprano, pero en lo que va del gobierno del presidente López Obrador fue la peor semana de crisis que le llega casi a cualquier presidente durante su mandato. Una crisis en el tema fundamental, que por más que se inventen logros o estadísticas amañadas todos los días hay una sensación de inestabilidad, de no estar agusto, de saber que algo muy importante falta, y esto es la seguridad, y le pasó al presidente con lo sucedido en Culiacán; mejor dicho, fue todo Sinaloa, Culiacán fue sólo la bandera.

Lo ocurrido fue un cúmulo de errores, es decir, me parece que el Gobierno Federal y el Secretario de Seguridad Durazo podrían escribir un manual de cómo hacer las cosas mal para que la ciudadanía quede intranquila, no quedes bien con nadie y al final tomes las peores decisiones que puedas tomar.

Haciendo una pequeña cronología muy breve, alguien de Culiacán publica que hay bloqueos, balaceras, ataques a la policía, al ejército, y en algunos casos a la sociedad civil que se presume eran parentela de los propios soldados, arde Culiacán y en ese momento se tardan en dar una respuesta por parte del Gobierno Federal, y la primera información que se da es ya entrada la noche donde hay una rueda de prensa encabezada por el Secretario de Seguridad en donde dice, hasta donde sabemos un “cúmulo de mentiras”, tal que el viernes en la mañana en la rueda de prensa del Presidente lo desmiente y luego el mismo secretario termina desmintiéndose a si mismo.

Yo creo que no podemos cerrarnos a la discusión de si era positivo o no que soltaran a Ovidio, el hijo del “chapo” Guzmán en favor de evitar el baño de sangre en Culiacán, por supuesto eso es parte de la discusión y cada quien tendrá su opinión, pero lo que si no podemos discutir es la falta de estrategia, de pericia, de labor de inteligencia; no de hacer las cosas “al ahí se va”, no puedes pretender arrestar a un capo que tiene su propia historia, incluso su orden de extradición, con sólo 20 o 30 patrullas y sin estrategia. Todo inicia con un error garrafal que se va confirmando a través de varios eslabones de varios errores incluyendo los del mismo residente de la República, un hombre muy familiarizado con los medios, que le gusta declarar y ese jueves brilló por su ausencia, cuando apareció bajando de un vuelo llegando a Oaxaca lo único que dijo fue “El gabinete de Seguridad se encargará, nos vemos mañana” eso quedó grabado en muchos de los habitantes de Culiacán.

No quiero pensar que todo está mal, y que después de esto el país se está cayendo, creo que el país ha aguantado peores, lo que no podemos aguantar más es el cinismo con el que se trata de responder con “esto es producto de un gobierno que pasó hace 12 años; fueron decisiones de los de atrás” ya es momento que se hagan “hombresitos” y acepten la responsabilidad, si alguien tiene que caer, si alguien tiene que presentar su renuncia o simplemente ser cesado, que se haga, que se dé la vuelta a la página, no en beneficio de los detractores de Andrés Manuel López Obrador, no de los críticos, no de los medios de comunicación, sino en beneficio de la ciudadanía.

La sociedad está muy polarizada, los que defienden la decisión de López Obrador la defienden con todo, o se encienden; y los que critican la decisión de la Cuarta Transformación también defienden su posición, pero ofendiendo al de enfrente. Hay que tranquilizarnos como país, fue un error garrafal y lo primero que tendría que suceder es reconocerlo por parte de la misma presidencia de la República para que todo este cúmulo de errores no se vuelva a repetir, o por lo menos sirva de algo.