Miércoles, 17 de Abril de 2024
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Opinión

La vida es un Carnaval, como nos enseñó Celia Cruz

Por Gustavo I. Robledo Guillén

Gustavo Robledo

No hay boda que no se respete, que cerca de la 1 de la mañana, las tías y las abuelitas le den a todo lo que da, mientras los señores enojados dicen que no bailan eso, para recordar que “todo que el que piense que la vida es igual, tiene que saber que no es así, que la vida es un carnaval”, dijo Úrsula Hilaria Celia de la Caridad De La Santísima Trinidad Cruz Alfonso, la gran Celia Cruz.

Nacida en la Habana Cuba el 21 de octubre de 1925, vivió en la época donde esta ciudad era el centro de espectáculos de la vida galante, del folclore, de la jugada, la Tropicana, de las grandes orquestas, de la Sonora Matancera, de artistas de Hollywood que se iban a Cuba a celebrar, a pasear, a descansar de la vida de los espectáculos.

En esas décadas en la Habana Fulgencio Batista, el gran dictador de la isla caribeña tenía una apertura con todos estos grandes espectáculos, con las grandes inversiones en sus negocios, pero en ese escenario crece una niña hija de un ferrocarrilero y una ama de casa que descubre su voz en su casa cantándole canciones de cuna a sus hermanos, y entonces participa en programas de radio de los años 40s y 50s, hasta que por petición de sus padres quienes querían que fuera maestra ella decide entrar al Conservatorio Nacional de Música de Cuba, antes de 1959.

Entre 1950 y 1965 Celia Cruz participa como vocalista en una de las agrupaciones musicales más influyentes en la historia de la música latinoamericana, de la música tropical, La Sonora Matancera, un conjunto tropical de los géneros musicales que dieron orígenes a muchas otras agrupaciones, como la Sonora Santanera que le debe el nombre a esa agrupación. De la Sonora Matancera salieron muchos grandes artistas, como Dámaso Pérez Prado, y Celia Cruz, e inspiró a muchos otros grupos.

Celia Cruz fue su vocalista del 59 al 65, pero lo que es la vida, en 1960 una vez que triunfa Fidel Castro en la revolución cubana, Celia Cruz no compartía sus ideales, en 1960 la Sonora Matancera recibe un contra trato para cantar en México, ese es el último año que pisa Cuba Celia Cruz, van a cantar después a Estados Unidos, el gobierno de Fidel Castro se enoja por eso, porque una agrupación cubana cantara en ese país, estaba la Guerra Fría, el bloqueo internacional y les prohíben volver a Cuba, es así como Celia Cruz y la Sonora Matancera consagran su carrera en México, un ejemplo de como es la vida y sus circunstancias, y se convierte en un éxito, Celia Cruz pasa a ser un símbolo del exilio cubano, del éxito de una persona que está fuera de su país por la política.

En 1965 se separa de la Sonora Matancera y a partir de ese momento conquista los corazones, el alma tropical, el alma guapachosa que todos tenemos y es como logra consagrarse con más de 70 discos, 800 canciones grabadas, 23 discos de oro, 5 premios Grammy, sus éxitos “Quimbara”, “La vida es un Carnaval”, “Burundanga”, “La Negra tiene Tumbao”

Una característica de Celia Cruz es la grandeza de su voz, porque físicamente no era una mujer “agraciada”, sino que sus facciones físicas eran parte de esa imagen de “negrita” cubana con un cuerpo hermoso, con sus vestidos apretados de la época, su estilo, su nariz prominente, eso le daba una grandeza al personaje que Celia Cruz logra ser, lo digo porque ahora quieren apantallarnos con cantantes con cuerpos estilizados, caras muy bonitas, pero que no tienen nada de voz.

Celia Cruz, fue una cantante que le tocó las “3 épocas de la tecnología”, grabó en el 56 en discos de 78 revoluciones por minuto, pasó al LP de Vynil, a los cartuchos de 8 tracks, al cassete y finalmente al CD, logró con su voz trascender la tecnología, con su imagen, su personalidad y a la fecha no hay boda, fiesta, que no ponga “La Vida es un Carnaval”.

Celia Cruz fue una mujer que conquistó al mundo entero con su potente voz, con su estilo y esa gran personalidad que le hicieron ser la gran Celia Cruz.


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