El pasado 29 de junio cumplieron años de que naciera el gran José Pablo Moncayo, cuya obra y trayectoria no se puede desprender del nacionalismo de la música mexicana, de esa emoción que sentimos cuando escuchamos los primeros acordes de su más grande obra, que conocemos como el “Huapango de Moncayo”.

Quisiera relatar el tema de la palabra huapango, y me atrevo a hacerlo porque hay varias acepciones de la palabra, y a final de cuentas todo es parte de ese legendario folklor cultural mexicano, algunos historiadores dicen que es una derivación de la palabra fandango, el relajo, el festejo, la alegría en una comunidad. Otro que viene de una derivación de la palabra Pánuco, refiriéndose al río, por la zona donde se desarrolla, el norte de Veracruz, el sur de Tamaulipas, la huasteca potosina, pero aquí e tema es lo que la historia dice, el gran maestro de José Pablo Moncayo, el insuperable maestro don Carlos Chávez el músico non de México lo manda a que en Veracruz descubra los ritmos de México y es así como el gran José Pablo Moncayo llevó a cabo su tarea y a final de cuentas esa gran tarea sigue siendo un símbolo, el segundo himno nacional de México.

Cuando el gran José Pablo Moncayo agarra sus cosas, estamos hablando que tiene 28 años, se va acompañado de otro gran músico, Blas Galindo, otro de los símbolos de la partitura clásica mexicana. Llegan a Veracruz y se dan cuenta que allá los ritmos se derivan de la jarana, del arpa y los clásicos que se escuchan son el “El Siquisirí”, “El Balajú” y “El Gavilancito” que son 3 sones muy conocidos en Veracruz, a partir de esos 3 ritmos él desarrolla su obra, pero ¿Cuál es la magia del huapango? Que es parte de la espontaneidad donde los jaraneros no tienen una partitura escrita, sino que van sacando la música, su magia, su alegría en esa improvisación en las coplas, las décimas, las valonas, y eso fue una parte de lo que dice Moncayo –¿cómo transcribo eso si los huapangueros cambian su tonalidad, sus ritmos y palabras?, y hay que plasmarlas- regresa con Carlos Chávez quien le dice –usted interprete lo que escuchó- imagínese usted lo que hizo, en 1941 el gran Carlos Chávez la estrena en agosto, en el Palacio de Bellas Artes, con la Orquesta Sinfónica Nacional.

El Huapango de Moncayo tienen que escucharlo, porque no nada más se transmite en los paisajes veracruzanos, que fue lo que hizo José Pablo Moncayo, sino que podemos recorrer el país entero desde Yucatán, hasta Baja California, Reynosa, atravesar de Jalisco a Tamaulipas y poder admirar nuestros caminos, nuestros valles escuchando el Huapango de Moncayo, y es el marco para cualquier camino de México. Es parte del patrimonio musical de México.

José Pablo Moncayo desafortunadamente quedó enmarcado en esa única obra, cuando tiene otro trabajo musical enorme también, tiene otras obras de mucha trascendía, pero el nacionalismo mexicano obligó a que el huapango fuera el símbolo de nuestro México, como el himno nacional está prohibido tocarlo todos los días, el gobierno o que hizo fue ponernos el huapango todos los días, desde los años 50s hasta entrados los 90s no había anuncio de Ferrocarriles Nacionales de México, no había anuncio de una cervecera, no había anuncio oficial presidencial, no había evento en cualquier municipio, en cualquier palacio de gobierno donde no se tocara el “Huapango de Moncayo”, y eso también hizo que llegara un momento que los mexicanos dijéramos –ya chole-, esto demeritó la obra de Moncayo, la hemos retomado, pero a fin de cuentas no podemos hablar de esa representación nacionalista de nuestro México sin mencionar al “Huapango de Moncayo”.